29/11. Entrevista en UH Noticias, a Rosa Rodríguez, autora de GRACIAS, VIDA.
«Hablar de la muerte a los niños no es difícil, pero los adultos no sabemos».
Alba es una niña de 7 años que vive feliz junto a sus padres. Muy unida a su madre, Susana, la pequeña disfruta de las cosas cotidianas de la vida: cantar canciones, ayudar a poner la mesa, leer cuentos, ver la tele, tender la ropa o mirar las nubes y gritar fuerte «¡Gracias vida!».
Pero la vida de Alba da un giro de 180 grados cuando su madre enferma de cáncer. Con la enfermedad y el posterior fallecimiento de Susana la vida de la niña cambia por completo. Su padre, Andrés, que ve cómo la pequeña sufre, le explica qué es la muerte: «los recuerdos vividos con las personas que amamos son el tesoro más lindo que se guarda en nuestro cerebro».
Este es el argumento del cuento «¡Gracias vida!», escrito por la enfermera Rosa Rodríguez, que el próximo sábado, día 2 de diciembre a las 12.00 horas, se presenta en la Librería Agapea de Palma. Rosa Rodríguez (Cádiz, 1985), trabaja como enfermera en Eivissa desde hace 6 años, aunque «mi núcleo familiar vive en Cala Rajada, ellos son siempre mi mejor apoyo», afirma.
Aunque estudió enfermería, Rosa explica que «siempre he escrito pero por hobby, este es el primer libro que publico. A los 15 años escribí una autobiografía de 200 páginas, lo mandé a una editorial y no me lo publicaron... me frustró un poco, pero mi padre me pagó la publicación y lo vendimos por toda Cala Rajada». La idea de escribir el cuento surgió al morir su cuñada. «Mari murió en 2015 al dar a luz. Mi hermano quedó viudo con una niña recién nacida, un niño de 4 años y una niña de 7 años. Fue un duro mazazo para toda la familia», explica.
En su intento de ayudar a los pequeños, sobre todo a su sobrina mayor Irene, Rosa se dio cuenta de que había muy poca literatura infantil que tratara la muerte como tema central. «Yo veía que Irene siempre se aguantaba cuando nosotros llorábamos, se hacía la fuerte, pero no estaba bien. Fue entonces cuando empecé a buscar cuentos que la ayudaran a hacer frente a la situación y no encontraba nada apropiado. De hecho, tardé un mes y medio en dar con un libro infantil que utilizara la palabra muerte», explica. En esta búsqueda, surgió su deseo de ayudar a sus sobrinos y a otros niños del mundo que están atravesando por las mismas circunstancias.