Lidia Iris Masferrer
Yo era sólo una niña cuando descubrí lo mucho que me gustaba pintar. Admiraba cómo mi hermano mayor trazaba unas sencillas líneas de las que salían preciosos dibujos que después yo coloreaba y que enojada rompía si mi trazo en el relleno se salía del margen. Fue en el colegio cuando descubrí mi vocación, pintando las páginas del cuaderno mientras los profesores situados frente a la pizarra explicaban las diferentes asignaturas que no me resultaban interesantes. La imaginación volaba de mi cabeza a mi mano, y de mi mano al papel... dejando plasmada la hora de matemáticas en un bosque con hadas. Yo crecía, y mi pasión por la pintura lo hacía conmigo, entonces dejó de ser un pasatiempos para convertirse en un modo de vida, un modo de vida que hoy me acompaña y al que no pienso renunciar